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Raúl Mena Pedroza, entre el atletismo y el fútbol como sus dos pasiones.
Raúl Mena Pedroza, entre el atletismo y el fútbol como sus dos pasiones.
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Cortesía David Moran.

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Raúl Mena Pedroza: cuando el atletismo le gana la carrera al balón de fútbol

El virtuoso deportista está seleccionado al Mundial de Polonia y se ilusiona con los Olímpicos de Tokio.

Hace casi diez años el barranquillero Raúl Mena Pedroza tuvo que decidir si iba a seguir corriendo detrás de un balón o, por el contrario, acelerar y pasar de largo con la velocidad y potencia natural que tenía en sus piernas para dejar el esférico a un costado del camino. 

Raúl es uno de esos atletas que nacen con la virtud del deporte en la sangre. No por casualidad su padre Hernán Mera se dedicó al noble arte del boxeo. Aunque la verdad sea dicha, lo suyo era saltar y correr con unas prodigiosas piernas que primero lo llevaron a interesarse por el fútbol. 

“Eso fue en el 2012. Yo me había ido a vivir con mi papá en Turbo y estuve dos años por allá. Yo estoy loco por el fútbol, lo llevo en el corazón y me gusta mucho. Entonces, allá había una escuelita que tenía convenio con el Chicó y estaba jugando con ellos a ver qué pasaba”, recordó a Zona Cero este viernes, todavía alucinado por la gran noticia que recibió el pasado lunes, su convocatoria al Mundial de atletismo de Polonia. 

Raúl Mensa es un apasionado por el fútbol.

¿Pero cómo fue que un futbolista terminó en un mundial reservado para los más rápidos de la orbe?

Todo empezó con una explosiva frase de Raúl a sus amigos en ese 2012.  

“¡El atletismo es de locos”, le ripostó a uno de sus amigos cuando lo invitó a que se pasara por un chequeo que estaba haciendo la Liga de Antioquia en Turbo por esos días. 

“Le dije a mis amigos ¿Qué voy yo a chequearme? Sin embargo ellos me insistieron, que al menos fuera por la mamadera de gallo, a molestar y entonces sí acepté”. 

El salto largo fue su primera prueba.

Y es que para entender a este velocista hay que comprender su forma de ser. Él mismo se describe como todo personaje, que molesta, de temperamento fuerte y que no le gusta perder. 

Pero volviendo a aquel momento, definitivo y feliz, Raúl se armó con lo mejor que tenía para la práctica deportiva. 

“Yo me presenté al chequeo con unas medias largas de futbolista y unos guayos. En esa época no tenía otra ropa para hacer atletismo. Estaban haciendo salto lago y yo me metí ahí y así con guayos les gané a todos”, recordó. 

Lo que empezó como una mamadera de gallo, se convirtió en algo muy serio. El entrenador departamental de Antioquia Hamer Ochoa Meza fue directo a donde él y comenzó el interrogatorio ¿Cómo es su nombre? ¿Dónde vives? ¿De dónde eres? ¿Qué deporte practicas?

Raúl Mena durante entrenamiento de atletismo.

Y aunque en un principio no lo quiso digerir, luego de hablar con sus amigos de barrio y ante la renuncia de su papá a darle mucho largo al sueño de futbolista, terminó representando a Antioquia dos años como atleta, en lo que fue un corto pero fructífero proceso de fundamentación. 

“Mi papá no quiso que me fuera para Tunja, me decía que si no hacía caso con él en la casa, cómo iba a ser eso allá en Boyacá”, recordó con gracia. 

Ya para finales de 2012, Raúl hizo sus maletas y regresó para su natal Barranquilla, al seno de su madre Azalia Pedroza, al barrio 'San Pachito' y aunque rápidamente quiso vincularse a la Liga del Atlántico, la baja de Antioquia no llegó a tiempo y debió esperar hasta el 2014 para ponerse la bandera albirroja. 

Raúl Mena al lado de su madre Azalia Pedroza.

Hasta ese momento, Mena Pedroza era un saltador de grandes condiciones bajo la orientación del entrenador Vladimir Cantillo y comenzó a hacer una barrida en todo lo que participó. Fue campeón nacional juvenil en Cali, segundo en los Juegos Nacionales de 2015, subcampeón Sudamericano y en el 2019 en los cuatro prix realizados en el país se llevó el oro.

De la mano de su ahora entrenador, el profesor Michael Gutiérrez, comenzó a hacer otros chequeos, esta vez en la prueba de velocidad. Resultó que en los 300 metros hizo parar el cronómetro en un guarismo que los dejó a todos con la boca abierta. El siguiente paso fue invitarlo a que intentara los 400 metros. 

Parecía repetir la metáfora de que ‘una cosa es lo que piensan los caballos y otra el que los arrea’. Una vez más, Raúl no le creyó al principio a la idea, pero la velocidad que cargaba en sus piernas, decía otra cosa

“Yo estaba muy miedoso, eso era mucha distancia. Comenzamos a entrenar y en un año tuvimos una mejoría muy grande en poco tiempo. Hicimos el departamental y corrí por primera vez los 400 metros y logré marca sobre los 46’50, cuando la muchos deportistas que están esa distancia no bajan de los 47”, admitió. 

Sin mucho más que decir, luego de compartir un tiempo invitado a trabajar con la Selección y tras algunas carreras de chequeo, el pasado lunes lo llamaron para confirmar su convocatoria a la Selección Colombia de los 4X400. 

Raúl Mena tras ganar un Gran Prix.

“Yo vengo de la prueba de salto largo y por eso fue una gran sorpresa. Yo estaba acá cuando me informaron de la noticia, fue una alegría muy grande, mi mamá dijo que confiara en Dios y luego llamé a mi papá, que también se alegró mucho”, aseguró.   

“Bueno Dios mío, se están logrando mucho antes de lo que uno esperaba. Uno se plantea objetivos, pero no espera que las cosas se den tan rápido. Ahora como el caballo, con los ojos puestos al frente y pa’ delante”, añadió.  

Sin duda que las piernas que Raúl son una privilegiadas. Fueron creadas para impulsarse, para correr, pero para ir tan rápido que no les alcanza con estar detrás de un balón. 

“Llega el tiempo de exprimir todo el talento, porque Dios te lo da, pero no te puedes desviar. Tienes que estar mentalizado con mente madura. Esto apenas es un paso y hay que estar enfocado. Es un logro muy grande”, opinó. 

Raúl Mena al lado de Alex Solis, Anthony Zambrano y Diego Palomeque.

En la Selección Colombia de 4X400 ahora podrá compartir con lo más destacado de la velocidad nacional como Diego Palomeque, Alex Solís y por supuesto, el subcampeón mundial y también atleta del Atlántico, Anthony Zambrano, con quien se hizo desde pequeño.

“Amigo mío. Nos hemos criado desde pequeños, es un personaje. Como dicen por ahí, igualito a uno en la loquera y la mamadera de gallo.  Mi meta en estos momentos es afianzarme en el relevo, ser un titular indiscutible y hacer una buena marca y estar en Tokio”, completó. 

Ahora espera que su nombre inspire en los demás talentos que hay en formación el deseo de llegar más lejos, más rápido y más alto. 

“Esto lo toma como un trampolín como las demás personas que viene detrás de una. Cuando hay un logro grande, los pelaos que están atrás dicen ‘si él pudo, yo también pudo. Como decimos acá: ‘El nivel, llama nivel’ y esto es un espejo para los compañeros y para los niños. El Atlántico tiene mucho talento”, cerró. 

Por último, aunque pareciera que las pistas han sacado al balón de su corazón, lo cierto es que Raúl Mena Pedroza, el atleta e hijo de boxeador, espera con locura una sola cosa: que abran al Metropolitano para volver a ir a las tribunas populares con las barras para alentar a Junior. 

Sus piernas lo condujeron lejos del fútbol, pero el latir de su corazón sigue al ritmo del balón. 

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